Había una vez un maduro viento que cumplía con su trabajo día a día. Soplaba por las mañanas, por la tarde, por el valle…, soplaba sin parar.
Un atardecer, mientras descansaba y reflexionaba sobre el trabajo realizado, descubrió que algo, en su interior, no paraba de molestarle. Por momentos se sentía feliz, pero por momentos vacio y, en general, cansado.
Como no podía ser de otra manera al día siguiente volvió a soplar. Y al otro. Y al otro… Pero su aliento ya no era el mismo. Tenía ganas de cambiar.
En una de sus meditaciones sintió la presencia de Eolo, que sin tapujos le preguntó que ocurría. Tras largos debates, el viento llegó a una conclusión: cambiaría de aires.
El valle que lo vio crecer fue ocupado por soplos nuevos, más potentes, ágiles. Él se trasladó a la montaña a recuperar aliento, feliz.
... Oda a la jubilación?? Tranquilo que sólo es un cambio de tres minutos!! Cuñi.
ResponderEliminarEntonces, ¿los rumores son ciertos? Cambias de aires...
ResponderEliminarCArmen
Incluso cuando el viento cambia de aires, te sigue llenando los pulmones. Donde quiera que sople, siempre será bienvenido...
ResponderEliminarLo dicho, mañana Alisio pasa a llamarse Kambuyonero, Tramontana por Espagueti, Monzón por ... no sé me da que nos quieres liar, ¡¡¡listillo!!!
ResponderEliminar"Guilleeeeeeeee!!!!!! ¿qué pasa hombre? tu foto se me antoja melancólica, dubitativa.... ¡no sabes la que se avecina! pa´lantre compañero."
ResponderEliminarM Victoria
CUÑI: pos eso parece.
ResponderEliminarCARMEN: yessssssssssss.
JESÚS BRAVO: eso seguro...
JGERARDO:jajaja pues agárrate no vaya a ser que te vueles.
M VICTORIA: Pá lante, siempre.
Conociéndolo, seguro que soplará bien fuerte...ya verás que pronto las hojas volverán a su sitio...
ResponderEliminarMyriam