─Ese gordo ocupa mucho lugar ─oyeron decir todos.
Sus cuerpos temblaban. Sin duda era la señal que indicaba que la vida de alguno de ellos estaría cerca de su fin. Con cierto disimulo y recelo comenzaron a mirarse, a compararse. ¿De quién hablaban?
La voz que venía del otro lado de su prisión, pareció decidirse claramente por uno de ellos.
─Sí, ese, ¡sácalo! ─ninguno de los presentes dijo nada, solo esperaban. Deseaban no ser el escogido.
El receptáculo se abrió. Unos dedos húmedos y fuertes lo asieron por la pechera. Era su fin. No volverían a ver a su hermano espárrago.
Ilustración en http://blogdejesusbravo.blogspot.com/
¡Pobrecito! con lo buenos que están con jamón y mayonesa...
ResponderEliminarMyriam
... um jugosito... y para qué vamos a dejar a su hermano en el "habitáculo"!! Cuñi
ResponderEliminarummmmmmmmmmmmmmm los mios a la plancha... pero pobre hermanitos,¿ no vamos a dejarlos solos verdad?
ResponderEliminarCArmen
Bueno, al fin ha llegado la ilustración. Fin de semana en el sur y sin ordenador jajajajja
ResponderEliminarAcabo de descubrir que ¡te odio! me voy dos días y te zampas la lata de espárragos... ¡mal amigo! por llamarte algo y perdona por lo poco, buaaahhhhhhhhhh!!!!!!!
ResponderEliminarZarandajo
MYRIAM: lo tuyo es muy fuerte jaja mientras sea llevarte algo a la boca...
ResponderEliminarCUÑI: Eso digo yo... ¡pá dentro!
CARMEN: pues ahí te están esperando
JESÚS BRAVO: Te hiciste de rogar.
ZARANDAJO: Menos mal que del amor al odio hay solo un paso... y algún espárrago, jajajaja