jueves, 12 de febrero de 2015

«Tras la mirilla»


Extraída, sin permiso, de San Google
Caminaba por la calle. El paso con ritmo que ahora llevaba, había sustituido al que mantenía, más relajado, unos pocos metros atrás.

Hacía unos instantes, justo antes de reanudar la marcha, tras mirar el escaparte de una tienda de ropa, algo, una silueta, había llamado su atención. Él sentía que lo observaba.

Tras doblar la esquina, aprovechó la presencia de un reluciente espejo de una furgoneta, que estaba aparcada, para escrutar lo que se movía por su espalda. No paró, así que no vio nada claro, aunque la sensación, esa que tanto había visto en las películas, de sentirse observado y perseguido, se repitió.

Al llegar a su portal, entró y cerró la puerta tras de sí. Como siempre subió los escalones de dos en dos. Al llegar al rellano del primer piso escuchó, con toda claridad, como la puerta de la calle se había abierto, el ruido que hacían los engranajes era peculiar y de todos modos reconocible. Aceleró el ritmo hasta encontrarse en el interior de su casa. Dio las dos vueltas de llave que la cerradura le permitía, y colocó la cadena que colgaba tras la puerta, en un intento de aumentar su seguridad. 

Paró de respirar. No quería mirar por la mirilla, pero se quedó unos instantes con el oído pegado. Podía notar como alguien subía las escaleras. Su corazón comenzó a acelerarse, aún más, hasta que se dio cuenta de que era la vecina de la puerta de al lado. Resopló aliviado.

Tras negar con su cabeza y afirmar, en voz alta, su propia estupidez y paranoia, se dio la vuelta. La presencia le atacó sin aviso. Era su propia conciencia la que le perseguía.

5 comentarios:

  1. Pero después de recobrar el aliento, puso toda su conciencia en perseguir a su oído absoluto y escuchó lo que realmente oía, el eco de los latidos de su corazón :-)

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    1. Cierto, porque siempre hay que buscar el mejor final ;-) ... c.

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  2. Yo, para evitar sobresaltos, he cambiado todas las cadenas,candados y trabas de la puerta, las he puesto por el lado de las bisagras, desde entonces, nada me atormenta y duermo como el niño que soy... Buenas noches desde el Cabo de Cañada del Río.

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    1. Es lo mejor, pero cuidado que, como niño que eres, alguna travesura me consta que haces jajajaja

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