domingo, 14 de octubre de 2012

«Bankenstein»


Con esa exactitud tan característica de la ciencia, lograda tras años estudiando, supe que el momento estaba cerca. Por si acaso repasé otra vez los cálculos. Todo estaba correcto. Según mis números, en breves instantes, un poderoso rayo descargaría toda su furia contra la antena situada en el techo, para transmitir su energía sobre el cuerpo inerte que yace sobre mi mesa de operaciones.

A la hora convenida, un estrepitoso rugido, seguido por un haz de luz, inundó toda la estancia. Puedo ver como el luminoso haz recorre el hilo de cobre que tanto me costó mangarme de la obra abandonada de la esquina. Yo, protegido tras una mampara, me froto las manos esperando ver el resultado.

El cuerpo se agita de manera estrepitosa. Río nervioso, escandalosamente. Veo como el ser se levanta resucitado. La cuenta corriente se mueve. No hay nada como una buena sacudida para rescatar un banco.

4 comentarios:

  1. El problema es lo que nos cuesta encenderle la mecha a ese rayo desgraciado...

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  2. Oh monstruo..., si Frankestein lo hubiera previsto!!! Cuñi

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  3. Ves, por eso yo estoy rezando para que llueva....

    CArmen

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  4. ÁNGELES JIMÉNEZ: ¿y si encendemos petardos y lo mandamos todo a tomar....viento fresco?

    CUÑI: seguro que se le caen hasta los tornillos.

    CARMEN: cuidado, lluvia y rayos igual es mal augurio.

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