Como cada mañana, el capitán Hudson estaba en el muelle. Tras lo ocurrido tiempo atrás, pasaba las horas muertas con la mirada perdida en la mar.
Hoy hacía justo un año del accidente.
Fue en una mañana fría, como la de hoy. Se encontraba de guardia en el puente cuando un cántico llamó su atención. Salió de la cabina y se alongó por la amura de babor. Sobre unas rocas creyó ver a la más bella de las sirenas, que absorta en sus pensamientos, no se percató de su presencia.
Un fuerte crujido se dejó sentir desde la quilla. Aquel cascarón había chocado. Se partía en dos.
Ella desapareció. Él juró no volver a perder de vista su responsabilidad. Se sabía culpable.
El tiempo pasó y su deseo se cumplió.
Su cuerpo, ahora convertido en noray cumplía su fin.
De la sirena nada se supo, pero hay algunos que aseguran verla rondar por el muelle en busca de su Capitán.
(Imagen de: «El País Semanal» nº 1.747. Domingo, 21 de marzo de 2010)
Y no sería un arrecife? que el salitre empaña mucho la vista ehhh. Ya veo que has vuelto a la carga.
ResponderEliminarRecordando a Mario Benedetti
ResponderEliminarSirena
Tengo la convicción de que no existes
y sin embargo te oigo cada noche
te invento a veces con mi vanidad
o mi desolación o mi modorra
del infinito mar viene su asombro
lo escucho como un salmo y pese a todo
tan convencido estoy de que no existes
que te aguardo en mi sueño para luego.
ohhhhhhhh me gusta.... veo que el público está creativo y muy muy inspirado.
ResponderEliminarCarmen