jueves, 4 de febrero de 2010

«Si lo llego a saber…»

Aquí vinimos a descansar; se lo habíamos dicho desde el principio, pero no hizo caso.
Habló y habló hasta que quedó exhausta, momento que aproveché para huir escaleras abajo. Peldaño a peldaño llegué al rellano y, con sumo cuidado, abrí la puerta. ¿Cómo es posible? Estaba de nuevo, en el mismo salón, con el mismo ser que repetía una y otra vez las mismas palabras, los mismos gestos.
Yo había sido malo en vida y ahora, en el infierno, estaba condenado a no descansar, sino a revivir, una y otra vez, mi castigo. ¡Maldita sea!, ¿porqué fui un político corrupto?

(Ya sabes, ilustración en http://blogdejesusbravo.blogspot.com/ )

2 comentarios:

  1. Uy! esto me recuerda "al día de la marmota" jejeje..y por qué es un "ella" la que no para de hablar y no un "él"? no estarás insinuando que las "ellas" hablamos sin parar...? eh?

    Myriam

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  2. Ufff, la de políticos que podrían ser el héroe de este cuento.

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