Tras
la muy agradable experiencia
del año pasado y ya cumplidos los abriles,
decidimos repetir el encuentro. Una vez más celebramos el cumpleaños
de Samuel con una “acampada” en el salón de casa.
En
esta ocasión los diez osados vinieron pertrechados, no solo de sus
sacos de dormir, aislantes, pijamas y útiles de aseo, sino que, a
demás, por aquello de la edad y el tiempo transcurrido, comenzamos a
ver cómo las hormonas empiezan un tímido amago de aparición, con
voces que cambian, granos, pelillos en el bigote...
La
tranquilidad de la que presumía hace doce meses, se vio un poco
comprometida. Tuve que incautar alguna blackberry,
por ser elemento aislador del propietario y distorcionador del
comportamiento del grupo, así como soportar más gritos, música
estridente (motivadora según ellos), vocabulario más evolucionado
(por no nombrar las palabrotas) y sobre todo, el aumento de los
olores corporales.
Lo
bueno de tener un garaje amplio es que te permite la versatilidad de
convertirlo en: sala de videojuegos, cancha de fútbol sala o,
incluso, y en algo más moderno, en skate park.
Después
de una amplia cena a base de las socorridas pizzas y de terminar
aburridos de la “benditaWii”, nada mejor que una buena película
para amansar a las fieras. Yo a las doce, cual Cenicienta, me retiré,
dejando a la mitad dormida y a la otra a punto.
Todo
transcurrió en la normalidad hasta las 7:15 horas. Parecía que el
trompeta tocaba arrebato. Las fieras, con las pilas cargadas y ávidos
de aventuras, comenzaban la consabida lucha de almohadas, montañas
sobre el más débil o despistado, carreras al “pipirum”...
Parecían animalitos encerrados en una pequeña jaula.
El
desayuno todo un lujazo, lo mejor. Jugos, panes, sobaos, leche con cola-cao...
Veinte manos pidiendo. Hasta que, por fin, llegaron sus estimados
padres y madres a recogerlos.
Una
vez más superamos la prueba, pero no creo que la repitamos, se hacen mayores.
Guille, yo, sin nombrar a nadie más, es decir yo..., estoy viejo para tanta algarabía. Con sólo leerlo ya estoy agobiado. Por cierto, ¿no te tocaría dormir en el sofá de marras? Je je
ResponderEliminarJe, no creo que te hayan perdonado todavía lo de la blackberry!!! Cuñi
ResponderEliminarJOSÉ GERARDO: Pues no me hubieran venido mal un par de manos más. jajaja
ResponderEliminarCUÑI: jajaja ni yo.