Descubrir
aquella foto supuso para él un viaje inesperado al pasado. De repente sintió
como su cuerpo era absorbido, por el gran sumidero del tiempo, hasta ser
depositado en su casa, cuarenta años atrás.
Desde este lado del tiempo podía ver
cómo aquel niño, de apenas cinco o seis años de edad, caminaba hacia el abuelo,
atendiendo a su reclamo.
El viejo estaba sentado en una de las sillas del salón. Reía y hacía
grandes aspavientos, todos dedicados a llamar la atención del chico. Se notaba
que había bebido.
Al llegar a su lado, el hombre le
preguntó:
―¿Cuánto me quieres?
―Mucho abuelo ―respondió el niño sin
saber qué esperar a cambio.
―Del uno al cien, ¿cuánto? ―volvió
a insistir el hombre.
―Cien.
―Pues dame cien besos, cincuenta aquí
y los otros aquí ―dijo el hombre indicando con su dedo índice, amarillo por el
tabaco, ambos cachetes.
Como escupido por una fuerza centrífuga,
contraria a la que lo atrajo hacía aquella reminiscencia de su pasado infantil,
dejó al niño en el besuqueo y él volvió a recuperar su cuerpo, edad y cordura
actual. El recuerdo de los cien besos al abuelo, siempre quedará como uno de
los momentos más felices de mi infancia.
Gracias por leerme.
Me encanta cartucho... Muakkks
ResponderEliminarGracias
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