jueves, 2 de junio de 2016

«Los amigos y algo de beber»


¿Has tenido a alguien de tu entorno más inmediato sin poder moverse? ¿Verdad que es muy gratificante cuando llaman por teléfono o vienen los amigos, la familia, los vecinos…, de visita? Sin  duda es uno de los actos que distingue a las verdaderas amistades de las otras que solo se ofrecen para los buenos momentos. 
Hay ratos del día que son relajados. Viene una pareja, a eso de las cinco de la tarde y claro, hay que ofrecer algo «¿Café?». Al cabo de unos minutos aparece una de las chicas del gimnasio, que como el café, aunque sea cortado, le irrita el estómago prefiere un té «¿Verde?» —que pregunta más estúpida la mía. Claro que verde que es diurético, retrasa el envejecimiento, cuida la piel y bla, bla, bla. 
Nada más servir el preciado líquido, aparece «el Luis y la Pepi» —estos tienen otro ritmo de vida— «¿De beber? ¡Cerveza!» Pues nada. Toca bajar a la nevera del garaje, que aquí ya no me quedan y no me había dado cuenta de reponer. El café y el té fue servido con unas galletitas danesas pero las cervezas tendré que acompañarlas de ganchitos o algo salado.
El bullicio del salón ya se va notando, La primera pareja, cuando suena de nuevo el timbre, decide marcharse, aprovechando el momento. Son reemplazados por otra pareja de amigos que, al salir los niños del cole, tenían un momentito libre y aprovecharon. Los niños también vienen. Zumos de melocotón para los más pequeños, cortado para él —tengo que poner otra cafetera al fuego— y rooibo para ella —es que el café y la teína le quitan el sueño; y ya la hora que es. Hay que calentar más agua. Los niños, al salir del cole no llevaban merienda —dice la madre que se les olvidó— así que asaltan la caja de galletas, las almendras, los ganchillos y los pistachos. Menos mal que ayer mi madre hizo una tarta de las suyas. La saco. También otro par de cervezas que Luis y Pepi que venían sedientos. No esperaba tanta visita así que una papas fritas me quedan.
Vuelve a sonar el timbre. «¡Qué bien! ¡Las chicas!» Sí, las cuatro amigas han venido juntas «¿Será la primera vez que vienen y les dará vergüenza?» Tras los besos, los abrazos, derramar un vaso de agua, los saltitos, empapar las servilletas, tirar todas las migas por el suelo, la emoción y no sé que más, deciden lo que van a beber: vino blanco, cerveza, Rooibo —más agua a calentar— y un gin tonic «deesostanricosquetúsabeshacer» 
—¿Qué sabes hacer gin tonics? —Pregunta Pepi.
—Los mejores que he probado —afirma una de las chicas
—Pues me apunto —afirma Luis.
—Y yo. 
—Pues si insisten. —La otra.
—¡¡Gintonics pa toos!! ¡Que un día es un día!, y mañana no hay cole.—Sentencia una voz mientras mis ojos y mi menta se queda a cuadros con la que se está montando. Sin problema. Gintonics para todos. 
Si me descuido sirvo gintonic hasta a los niños, que se conformaron con un San Francisco y un par de pizzas. Que ya la hora que es habrá que comer algo.

Y ya ves. Así es mi vida. En un momentito he tenido que preparar cinco o seis litros de infusiones varias, tres cafeteras, cuatro cervezas y… ¡se me han bebido las dos botellas de ginebra que tenía! Nos pasamos al ron. Y es que no hay nada como que los amigos demuestren su verdadera amistad en los momentos difíciles. Gracias por leerme. 

2 comentarios:

  1. Yo que tú, me planteaba pedir la voluntad, o el compromiso de que a la próxima, llenan ellos... que estrés... y tú bebiendo agüita pa disimular... mardito roedó, ¿no había unas papitas con mojo y quesito? ¡Si es que no pue sé!

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    1. naa de naa, ni plantándome. Vente pa cá y por lo menos bebemos juntos.

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