jueves, 10 de marzo de 2016

«¿Quedamos por whatsapp?»


Igual resulto un poco cansino, pero hoy me apetece seguir hablándoles de mi asombro y aprovechar lo que me ocurrió el otro día, para describirte otra de las bondades de las «nuevas tecnologías». 
El sábado pasado, un grupo de compañeros y compañeras del trabajo fuimos invitados a la celebración sorpresa del cincuenta cumpleaños de otro de los compinches del curro. Es increíble qué fácil puede resultar poner de acuerdo y citar a un grupo de personas.
La citación vino dada por «Whastapp», con un mensaje por el que se nos emplazaba de 10 a 11 de la noche en una casa rural, alquilada al efecto, en Guamasa. 
Para que pudiéramos acudir, sin pérdida alguna, al agasajo, el texto venía acompañado por un enlace a «Google map, con lo que bastaba seguir las indicaciones del navegador para encontrar el sitio y acudir a la cita sin demora.
Tal derroche de información y despliegue de organización es lo que me sorprende.
La noche estaba oscura y lluviosa. La carretera y el lugar del encuentro eran del todo desconocidos para mí pero, gracias a las certeras indicaciones del navegador del teléfono, pude llegar al lugar.
No fui el primero, antes que yo dos. Tampoco el último, después que yo dos, pero los cinco, nos vimos sorprendidos. El lugar estaba oscuro y desierto.
Comprobamos nuestros mensajes. Hora y lugar correctos. ¿Qué estaba ocurriendo? Tras un par de cruces de mensajes y alguna llamada, el secreto se desveló ante nosotros: 
1.- La geolocalización era solo una indicación, una aproximación para que nos situáramos. La casa del convite estaba un par de cientos de metros más adelante. Habíamos invadido, allanado otra propiedad. ¿Dónde quedaron los infalibles mapas pintados, con esmero y todo lujo de detalles, en una servilleta, en los que no había posibilidad de error? 
2.- La hora estaba incompleta. Se referían a que la fiesta empezaba a las 10, de la mañana, para terminar a las 11:00 de la noche. ¿Dónde esta aquel uso de la nomenclatura a.m. y p.m. que tantas facilidades ha dado?

Menos mal que el equipo es solvente en lo que se refiere a habilidades sociales y pudimos superar el trance. Tras descubrir el entuerto no nos reímos mucho, lo hicimos muchísimo. El cumpleañero, que aún estaba en la casa de la fiesta, también se rió de nosotros. ¡Sorpresaaaaaa! solo llegamos doce horas tarde. 

Por suerte pudimos felicitarlo, tras lo cual nos fuimos a dar un pequeño homenaje a un restaurante de la zona, para continuar con el descojono de nuestra sombra y acordarnos de lo útiles que son los adelantos tecnológicos, que tanto me asombran, cuando están bien utilizados.

2 comentarios:

  1. La m con la o, mo
    La t con la o, to...
    Ahora todo junto... AMOTO
    Mardito roedó

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  2. jajaja. Ahora deletréa c-a-b-r-o-n-c-e-t-e

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