lunes, 28 de octubre de 2013

«El merodeador»

(Imagen extraída, sin permiso, de San Google)

Llevaba tiempo rondando aquella casa. Paseaba por la acera, de arriba a abajo, vigilando y observando los movimientos de todo el vecindario, pero sobre todo se fijaba en los que realizaban los propietarios de aquella vivienda. 

Hoy, por fin, tras alinearse todos los planetas a su favor, como si de una antigua profecía se tratara, decidió acudir a la llamada que sentía en su interior.

De manera sigilosa, accedió al patio que daba entrada a la vivienda. Aunque sabía quién estaba dentro decidió tocar y disfrazarse con su mejor sonrisa. Sabía cómo lo iban a recibir, conocía las normas básicas que regían la convivencia del lugar, pero no por ello dejaba de tener dudas.

Tras una segunda llamada al timbre, la puerta se abrió. Esperaba una bienvenida afectuosa, nada ostentosa. Pero aún así una última duda le hizo mirar atrás, comprobar la calle. Luego entró.

El tiempo desvelará lo ocurrido.  

2 comentarios:

  1. ...Por fin dijo ella, pensé que nunca te decidirías a volver, los niños están a punto de llegar, se van a alegrar muchísimo de verte, ¿me ayudas con la cena?, ya está casi lista.... Él la siguió a la cocina como si nunca se hubiera ido y el tiempo no hubiera pasado... Cuñi.

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  2. ¡ehhhhhh! ¿ pero esto no se hace? dejar a uno con la incógnita pegada a los ojos...
    Besos suspendidos....

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