jueves, 22 de noviembre de 2012

«Veinte años después»


¡Déjala a ella que sea pájaro! Así de contundente fue el grito que le dio su madre para hacerle entender que debía dejar marchar a aquella mujer. 

Hacía veinte años de aquello y aún hoy, cuando lo recuerda, le duele el pecho.

Hoy todos los recuerdos se apelotonan en su mente, en su corazón, al tropezársela en la calle. 

En un rotundo y penetrante flash él recordó, no solo las palabras de su madre, sino como aquella tarde, al llegar de trabajar, se la encontró guardando un bolso en el maletero del coche. Se marchaba. Lo abandonaba porque, según ella, era un desgraciado que nunca llegaría a nada. Ella necesitaba más.

Hoy, al cruzarse sus ojos por casualidad, y tras reconocerse, intercambian una triste mirada. Él pasea orgulloso a sus hijos. Se alegra de su vida. Ella cumplió el pronóstico de su madre, vuela como una pájaro. Alquila su cuerpo.

5 comentarios:

  1. Duro, pero cierto. El tiempo pone a la gente en su sitio.

    CArmen

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  2. Esos aires de grandeza casi nunca llegan a buen puerto y lo curioso es que esas personas se empeñan en culpar a los demás de su destino cuando siempre, siempre, es uno quien tiene que trabajarselo.
    como siempre un placer leerte.
    Besos de gofio.

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  3. CARMEN: Los cuentos también son duros.

    GLORIA: Para eso está el destino.

    JANE JUBILADA: A tí por leerlo.

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  4. La vida da muchas vueltas, y nunca se sabe cómo se puede acabar. Cuñi

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