lunes, 5 de noviembre de 2012

«Atormentados»


Ella los mantenía aferrados contra su pecho. Aunque ya superaba los setenta años aquella imagen le trajo a su mente recuerdos de su niñez, cuando su madre hacia lo mismo por ella, más o menos cuando tenía la misma edad que la que tienen ahora sus nietos.

Ahora la casa se mantenía a oscuras. Esperaban el momento en que que el fuerte estallido hiciera retumbar todas las paredes, muebles y enseres. No se hizo esperar. Los niños chillaron asustados. La abuela intentaba calmarlos, sin mucho éxito, entonando, con cadencia suave, sus viejas de canciones de amor. Intentaba que no se le notara el temor que ella también padecía.

Una nueva calma. Un gran destello volvió a iluminar el salón. Impulsados por el pánico intentaron protegerse debajo de la mesa del comedor, tapados por la gruesa madera y por el raído mantel. A los nietos les temblaba el cuerpo, a la abuela también el corazón. Tras la siniestra iluminación del relámpago esperaron el estallido del trueno. Aunque tardo un poco más fue desgarrador. La tormenta pasaba pero el terror había anidado para siempre.

4 comentarios:

  1. Algunas viví de pequeño por esa Granada, ahora, todo lo que enceres, siempre tendrá brillo... je je

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  2. JOSÉ GERARDO: Jajaja, "¡¡¡MARDITO ROEDÓ!!!"

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  3. .... sin electricidad, a la luz de las velas, tirando de la creatividad para pasra las horas, ... fantástico (por supuesto siempre bajo un techo firme y seguro!!) Cuñi

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  4. Jooooooool la que está callendooooooo!!!!!

    CArmen

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