martes, 24 de julio de 2012

«¡Boda a la vistaaaaa! Y 2»


Una vez recuperado de la fuerte resaca, seguramente producida por algún refresco en mal estado, toca hacer recuento de bajas, anécdotas y demás por menores. Insistiendo en que no puedo hacer muchas concesiones en la narración, por aquello de la venta de la exclusiva, sí puedo comentar un par de hechos:
En primer lugar los novios estaban que se salían. Él con su pecho cargado de medallas, algunas de pega compradas en el chino, y su gorra de plato, parecía un almirante de la armada. Ella luciendo una fantasía años cincuenta y brillo de lágrima natural en los ojos, simplemente radiante.
Como cabe esperar, en toda boda que se precie ocurren cosas. Imagínate que te vistes de gala, con tu traje rojo pasión y el escote bien surtido. Coges un taxi y das el nombre de la iglesia. Al llegar y pagar algo llama tu atención. ¿Qué ocurre?, ¿por qué no hay nadie? ¡Sí!, con suerte, te has equivocado de iglesia. Y allí que estás, sola, despampanante, con cientos de ojos clavados en tu espalda ―¿Y esta dónde cree que va?― y alguna propuesta deshonesta sobre tu escote, que la calle es conocida por cierta actividad ―¿Cuánto por un completo? ¡Largo de aquí!, ¡sinvergüenza!―. Menos mal que un coche pita y repita para llamar la atención. ¡Salvada! ¡Y por la mismísima novia! ―Pero María de la Asunción, ¿qué haces aquí? Pues mira, que creo que me equivoqué de iglesia. Anda sube, que te llevamos― ¡Qué vergüenza! ¡La primera en ver a la novia! Al carajo con la exclusiva.
En la parroquia todo está listo. Las familias preparadas, empaquetadas de etiqueta y más fashion que el perro de los Beckhan. Las amistades cuchicheando y ansiosas. Suena la música y empieza el casorio. ¡Vivan los novios! Besos. Abrazos. El “gotxu”, oficialmente, ya es uno más de la familia.
Comienza el bureo. Ellas son obsequiadas con bellas sombrillas chinas a juego con sus vestidos ―no sé si compradas en el mismo chino de las medallas―, que dan una vistosidad y glamour al acto difícil de superar. Son las catorce horas y comienza el picoteo. Ya no pararemos de comer y beber hasta entrada la madrugada.
Los niños nos despiertan. Todo se mueve a mi alrededor. El dolor de cabeza es memorable. La cojera también. Menos mal que pasábamos la noche en el hotel. No fuimos los únicos. La hora del desayuno se convierte en un ir y venir de gente conocida, familia... ¡Qué caretos! ¡Las ojeras nos llegan al suelo! ―Perdone señor, ¿el café bien cargado verdad? Sin duda, este camarero tiene experiencia ¿Un alka-Seltzer? Mejor dos―Menos mal que hay piscina para refrescarnos y mojitos para espabilarnos.
Bueno, hasta aquí puedo leer. Ahora toca la espera por las fotos oficiales, que las otras ya puedes cuchichearlas en el face y como en botica hay de todo, e irnos de vacaciones.

4 comentarios:

  1. Jajaja. Pobre maria d la asuncion, q me rei cuando nos lo conto. Bs. Tu otra hermana

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  2. Buenísimo el resumen, me parto!!! Cuñi.

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  3. Es que esto de los bodorrios son un número indefinido, he leido el anterior y éste capítulo y hasta yo me he puesto nerviosa y lo del DJ jajajja! ha estado que me parto. Aunque sin conocerlos, tambien les deseo lo mejor, siempre es bonito ver como dos intentan, al menos, una vida en común y armonia. Saludos y a disfrutar del verano.

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  4. MI OTRA HERMANA: jajajajaja Es que solo le podía pasar a ella

    CUÑI: ¡qué bien lo pasamos

    GLORIA: Muchas gracias, en eso estamos.

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