jueves, 31 de mayo de 2012

«Riéndome de mi sombra»


Con cierta frecuencia he leído a los asiduos a este blog comentar aquello de: «Es que lo que no te pase a ti, no le pasa a nadie». En esta ocasión dicha expresión es del todo cierta.

Hace unos días, asumí el compromiso de acudir a un colegio para reunirme con los chicos y chicas de sexto de Educación Primaria que se habían leído uno de mis libros. La idea es muy positiva ya que, tras la lectura y el trabajo realizado con el mismo, preparan una entrevista y tenemos un encuentro en el que intento resolver sus dudas, aprender de lo que más y menos les ha gustado del libro... Ya lo he hecho otras veces y resulta muy gratificante para todos.

Pues bien, tal y como habíamos quedado, me presento en el centro a las doce y treinta de la mañana. Muy amablemente me atiende la auxiliar administrativa que me invita a tomar un café y me da un poco de charla en lo que esperamos a la directora. Como al parecer estaba ocupada, resolviendo un problema con una familia, mi acompañante, que era más bien parca en palabras y corta de conversación, me sitúa en la biblioteca del recinto escolar. El lugar estaba perfectamente decorado, ordenado y limpio. Allí quedo, a la espera del alumnado.

Como me puse a ojear el tiempo iba pasando y oigo el timbre característico del cambio de clase. Vuelvo en mi. Repaso mis notas mentales, y ocupo una silla colocada sobre una pequeña tarima. Los minutos siguen pasando y aquí no viene nadie. Me asomo por la rendija de la puerta, cual vecina entrometida, y como oigo voces recupero raudo mi posición. ¡Ya vienen! Pero nada, sigo solo, allí no entra nadie. Mosqueado, que ya uno no está para tonterías, decido salir y hacerme notar. Nadie por aquí, nadie por allá. Me voy a secretaría.

―Mire, perdone ―me dirijo a la eficaz funcionaria―, es que llevo un rato esperando y no viene nadie.
―Sí, ya le dije que la directora estaba ocupada. Tardará un ratillo.
―Ya, pero es que yo vengo al encuentro con los de sexto. Soy el autor del libro.
―Ya, pero como los de sexto están de viaje, pensé que quería ver a la directora.

¡Ups!, se me acaba de caer todo al suelo. La tía me mira sonriente y se queda tan tranquila. No supe que decir. En ese justo momento sale la directora, conocida mía. Me mira con asombro y se echa a reír.

―¡Me vas a matar! ―me dice mientras me planta dos besos con labios de Judas― Me olvidé llamarte ―vuelve a sonreírme.
La cara me llegó al suelo. Me recompuse como pude y tras escuchar las ristra de disculpas, promesas, alabanzas y demás excusas. Me marché.

Superado el chasco, solo queda reírme, pero esta vez de mi sombra, que para eso uno es como es.

5 comentarios:

  1. Uff, porque era amiga que si no...!!! Bueno gajes del oficio digo yo!! Cuñi

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  2. pues eso, lo dicho, lo que no te pase a ti....

    CArmen

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  3. Está visto, pones un circo y te lloran los payasos... ¡Ah!, gracias por tu comentario en el último post, ¡yo también te adoro!
    ¡Un achuchón!

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  4. CUÑI: Más bien por los pelos.

    CARMEN: jajaja.

    J: UMMMMM, JAJAJAJA

    JOSÉ GERARDO: y se me mean los elefantes. Gracias a tí amigo.

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