martes, 29 de mayo de 2012

«Día de Canarias en la escuela»


 Mañana celebramos el Día de Canarias. Habrán romerías, programas especiales en la tele, ferias, actos solemnes..., o simplemente mucha gente de escapada a la playa, que los días están para eso.

En la mayoría de los colegios, la celebración ha sido hoy. Créanme cuando les digo que prefiero una semana normal de clase que un día de éstos.

Para empezar, según suena el timbre de entrada, las felices caras de mis educandos rebozan energía y nervios. Hacen cosas que no se les había ocurrido hasta ahora: subirse en las mesas, correr por la clase... La vena se me hincha y permito que el sargento de caballería de mi interior haga su aparición para así recuperar las riendas.

La primera tarea consiste en colocar la ingente cantidad de comida en una mesa preparada y adornada al efecto. Aún no puedo abrir las bolsas y enseñarles las delicatessen que han traído. Ya es suficiente con el olor, que hace que empiecen a salivar, cual perro de Paulov, para comenzar a escuchar la típica y repetitiva preguntita de ¿Cuándo comemos?

Sentados en la asamblea reparo en que la mayoría de los niños aparecen «disfrazados» para la ocasión: pantalón vaquero, tenis, camisa blanca algo desgarbada, sombrero comprado en el chino y de la talla del padre... En cambio, las niñas van más arregladas y vestidas de manera adecuada con trajes de vivos colores y atuendos made in china, incluidos collares de perlas y diamantes.

Tras hablar del porqué de esta celebración, los trajes típicos, recalcar que no es un disfraz y responder varias veces a ¿cuándo comemos?, realizamos la presentación de las actividades preparadas para el día de hoy.

Manuel lo tiene claro. No se ha enterado de nada. Se levanta y va a la mesa de la comida: ―¡Maestroooo!―grita muy convencido―, lo más importante de hoy es comer.

Por su cuenta y riesgo, comienza abrir un tupper con croquetas, que además no es de él, con el consiguiente enfado de Paula, su legítima dueña, que no le ha dado permiso.

Esta vez el suboficial al mando deja paso al Ser Poseído. La vena no se me hincha, se engrosa, de tal manera que se transforma en canal de energía. Creo que el grito hizo callar hasta los de la clase del piso de arriba.

Recuperada la compostura, nos dirigimos a ver la exposición que, sobre las actividades pesqueras de los Guanches, tenemos instalada en el cole. Las preguntas y el interés se despierta.

―¿Verdad profe que los Guanches pescaban para comer?

―Sí, claro, era una de las... ―soy interrumpido.

―Y nosotros ¿Cuándo comemos?

¡Aghhhhhhh! Pronto me dará algo. Los distintos dibujos, la realización de pintaderas, los gánigos... todo lo que habíamos programado toma un segundo plano. Lo pasan bien, se les ve entretenidos, pero cada vez que se levantan para ir al baño, beber agua... hay que ladrarles para evitar la salivación sobre la comida. Menos mal que el Teacher viene en mi auxilio y me libera un rato.

―¿Qué tal todo? ―saluda con su agradable sonrisa―, ¿cuándo comemos?

¿Lo mato? ―la mirada lo atraviesa―. No, debo contenerme, que además después habrá que sustituirlo.
Una hora antes de lo provisto, ya no los aguantamos más. Abrimos las bolsas, montamos los platos y que sea que tenga que ser.

Parecía que JAMÁS, hubieran visto tanta comida junta. No se habían terminado de meter un trozo de tortilla en la boca, cuando ya estaban masticando una magdalena y pidiendo más refresco, con un vaso lleno de tropezones.

Evidentemente de las croquetas no se supo nada más. Fue cosa de brujería, desaparecieron en un abracadabra.

Cuando di la cosa por terminada me di cuenta de que el dicho ese de que la música amansa a las fieras, es del todo ¡mentira!, es la comida. Inflados y eructando, salimos al patio. Era el momento de correr y yo de despejarme bajo aquel calor asfixiante al son de: ¡maestro se me soltó el lazo! ¡maestro se me cayó el fajín!, ¡maestro se me...!, ¡basta! Me voy. Menos mal que no me toca hacer el recreo y puedo irme a tomar un café a la sala de profesores.

Alargamos todo lo que pudimos el patio. Su música, sus juegos, sus bailes..., sus preguntas nos mantuvieron entretenidos.

Al hacer la fila para irnos a la clase, y como no podía ser de otra manera, ya tenían hambre otra vez. Mis niños, que pena me dan. Lo poco que había quedado sobre la mesa, fue deglutido por una especie de marabunta. Al llegar sus madres la gran preocupación era si nos lo habíamos pasado bien y si habían comido o no. Coloqué mi falsa sonrisa y―recordando a Manuel― respondí:

―Claro mujer, ¿acaso hay otra cosa más importante hoy?

Al llegar a casa no pude almorzar. Me tiré en el sillón y me alegré al pensar de que es la última fiesta del curso. ¡Cielos!, ¡noooo! ¡todavía nos queda la del agua!, al menos esa es sin comida. Pero esa será otra historia. 

6 comentarios:

  1. Je que bueno!! Piensa que los tuyos hacían lo mismo a otros profes y que también lo habrán disfrutado!! Cuñi.

    ResponderEliminar
  2. Por estos lares, más de lo mismo, la única diferencia es que yo los tengo a todos, menos mal que el tema "papeo" se quedó para los niños de comedor... luego los maestros hicimos lo propio, hubo hasta música..., alguien te echó de menos. En cuanto al agua, el 22 a la playa, como es costumbre que conoces... ¡feliz día de hollys!

    ResponderEliminar
  3. Pooobre, yo siempre lo he dicho. No sé cómo aguantas...

    ResponderEliminar
  4. JAJAJA qué razón tienes, yo me pasé el día casi igual que tú, pero los míos se pelearon, literalmente, por el último pedazo de tortilla que quedaba. Ufffff, también prefiero una semana normal de clase.

    Un saludo.

    CArmen

    ResponderEliminar
  5. Buenísimo....Guille...me he reído porque me veía reflejada en lo que cuentas...juntale a los padres en la ultima hora y comiendooooooooo.....jajaja...yo también llegue a casa y no pude ni almorzar

    Cande

    ResponderEliminar
  6. CUÑI: Eso me temo.

    JOSÉ GERARDO: Yo también les echo de menos.

    DRA.JOMEINI: Con gominolas a base de trankimazim que voy a empezar a dejar de tomar y dárselas a ellos jajajaja

    CARMEN: es que la toril de la abuelaaaaaa, está que mata.

    CANDE: En muchas ocasiones, sin duda, lo peor, los padres... y las madres.

    ResponderEliminar

Deja aquí tus ideas, sugerencias, consejos... Sería fantástico que firmases tu texto. Muchas gracias por visitarme.

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails