El reloj detuvo el tiempo a su paso. El silencio del tic-tac, que de manera rítmica acompañaba su caminar, lo dejó con un fuerte vacio, por lo que sus neuronas encontraron espacio para ocuparse de otros menesteres.
Sorprendido por la falta de ritmo comenzó a recordar sus paseos por la montaña, el frio tacto del agua de la playa bajo sus pies y el cálido abrazo de la arena tibia. Revivió las tardes que pasaba con sus hijos jugando al baloncesto, o aquellos días de lluvia y sin luz que, iluminados con una vela, se entretenían con el Monopoly.
A su derecha alguien repuso las pilas. De reojo notó como el repiqueteo del compás impuesto le devolvía poco a poco a la realidad. Intentó resistirse. Quería dejarlo todo y huir. Demasiado tarde. Una mano encorbatada lo asió del brazo y le obligó a continuar la marcha. Volvió a su paso.
Uff qué profundo tú, que estaba agobiado o despistado?!! Cuñi
ResponderEliminarYa me tienes por tu cueva secreta o no tan secreta.
ResponderEliminarUn Abrazo
José Ignacio
¡¡¡POR FIN!!! pero ¿qué le pasaba que no deja comentar?... sería por el rollito filosófico del autor jajaja
ResponderEliminarCArmen
En este no hago comentarios, ¡demasiado nivel para un iggggnorante como yo! ¡quizás la próxima!
ResponderEliminarZarandajo
Choss! ya uno no puede ni tomarse un Kit-Kat tranquilo...a veces no está mal desconectar...
ResponderEliminarMyriam
JOSE IGNACIO: Bienvenido, entra cuando quieras, esta es tu casa.
ResponderEliminarCARMEN: jajaja, no, Blogger estuvo desactivado.
ZARANDAJO: Pero si eres un maestro... poniendo la guinda.
MYRIAM: Prefiero un cortadito.