La bala, en la sien, y los calzoncillos de corazones bajados eran una imagen grotesca para un oscuro callejón.
El cuerpo yacía, boca arriba. El agente se acercó con sumo cuidado, no quería estropear ninguna huella, mientras su compañero tomaba posición para cubrirle.
―¿Está muerto? ―preguntó el camarada, manteniendo su mano en el arma reglamentaria.
Como una exhalación el cuerpo se levantó rápido y audaz gritando ¡SORPRESA!
El que estaba detrás no le dio tiempo de escuchar. Por instinto disparó.
―Ahora sí ―dijo el primero mirando a su sorprendido compañero―. Saluda a la cámara, era una broma.
jajaja A mí me acabas de sorprender. Ahora te va la novela negra???? o una negra de novela jajajaja
ResponderEliminarCArmen
O igual te va una negra novelera... ¡qué mala leche te gastas! Te meten en la danone y cortas toda la producción, je je... una pregunta ¿de chico no te regalaron el poni?... ¡vaya, vaya!
ResponderEliminar... lo mejor: los calzoncillos de corazones!!! Cuñi.
ResponderEliminarCARMEN: ummmm deja que me lo piense.
ResponderEliminarANÓNIMO: Igual es que tengo un trauma infantil.
CUÑI: es que son de mi tipo jajaja.