Quizás no sabía bien el motivo de su llanto, pero lloraba. Aquel era uno de esos instantes en los que su cuerpo le pedía una cosa, su mente le ordenaba otra y la situación sólo le dejaba una opción. Asomó su imagen entre las tristes cortinas del balcón. En la calle la gente iba de aquí para allá, ajena a lo que ocurría en el séptimo piso. Sin pensarlo abrió la puerta corredera y llevó su cuerpo al exterior. El aire le golpeó la cara. Sus manos se aferraban a los laterales del aluminio mientras, sus pies, acariciaban el alfeizar. Hoy se había levantado con una gran tristeza y eso le hacía dudar. Respiró hondo y continuó. Del bolsillo trasero de su pantalón sacó el arrugado paño que le colgaba y comenzó con la limpieza de los cristales. Algún día se dijo, podré dejar este trabajo y terminar mi carrera.
Por supuesto, con esfuerzo y constancia todo se puede. Un saludo.
ResponderEliminarJo hijo, vale que empiece el cole pero ánimo que no es tan grave!!! Muy bueno. Cuñi
ResponderEliminar¡Genial!¡pensé que ya se tiraba al vacío...!No sé cómo lo haces, pero siempre consigues intrigar, emocionar y al final...sorprender.
ResponderEliminarMuy chula la foto.
Myriam
He llegado hasta aquí por una casualidad (yo no creo en las casualidades).
ResponderEliminarMe he quedado con ganas; yo también pensé que se trataba de una suicida, sospecho que hay muchas sorpresas en tu blog.
Un abrazo y encantada!
RECUERDOS PERDIDOS: Ese es el objetivo, seuir pá lante.
ResponderEliminarCUÑI: jajaja sabes que lo disfruto.
MYRIAM: La foto de interneses y la historia...me alegra que te guste.
J: Bienvenida, vuelve cuando quieras.
Qué bueno!!!! Pero qué bueno!!!
ResponderEliminarBesos
Ana J: Gracias corazón, es que me miras con buenos ojos.
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