Prisionero de su esfera, protagonista; así era como se podía sentir aquel individuo que no paraba de hablar, o al menos eso me parecía a mí que lo observaba desde mi posición privilegiada.
El susodicho tenía la palabra. Para ser más exactos, no había dejado de tenerla desde que el acto comenzó. Se aferraba al micrófono como herramienta tenaz para hacerse oír y llevar su voluntad a todos los corazones de los presentes.
Ahora habla de mí. Me señala. Me da las gracias. ¡Me envía al cielo!
¡Desde luego!, es mi funeral y el protagonista es él, ¡habrase visto!
Quiero que pare. Me aburro.
(Ilustración en: http://blogdejesusbravo.blogspot.com)
Nuevamente sorprende usted con un final así...no te puedes imaginar nunca cómo acabará la historia...¿cómo lo haces?
ResponderEliminaruyyyyyyy maestro... te noto algo tétrico y desde luego surrealista jajaja. Ya veremos si en dibujante anda igual.
ResponderEliminarUn saludo.
Carmen
Mira que aburrirte en tu funeral.
ResponderEliminarUn saludo.
El ¡abrase visto!, que no es la primera vez que lo utilizas, manda la ortografía a freír "chuchangas".
ResponderEliminarPues el dibujante anda enfrascado en demasiadas cosas. Unas ganas que tengo que llegue el verano y tumbarme a la bartola. Y me da igual que me vuelvan loco hablándome como al del cuento que yo en la playita soy feliz. Vivo, eso sí, faltaría más.
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