(Historia
de dos. Cap. VI)
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Imagen sacada de San Google. |
Estaba alucinando en colores. Me
había enrollado con Patricia, de una manera que jamás me la había
podido imaginar. Allí estaba, acostado sobre su cama. Con los ojos
abiertos de par en par y mis brazos doblados sujetando mi cabeza. El
temblor de la pierna ya había desaparecido. Estaba totalmente
relajado. Disfrutaba de la fragancia que había en aquel cuarto.
Habíamos hecho el amor. Tras un
breve instante acurrucada sobre mi pecho, ella se había retirado al
baño y yo me había quedado allí. Me sentía orgulloso, hinchado
por el logro conseguido, por la meta alcanzada. Justo en ese momento
me asaltó una duda: «¿Me había enrollado con ella, o más bien
había sido ella la que me había seducido?».
Qué estúpido me parecía ahora
mi orgullo masculino y mis ensoñaciones. ¡Claro que había sido
ella! Viajando un poco atrás en mi memoria, me di cuenta de todo:
ella se había acercado a la barra del bar, ella me había invitado a
la primera cerveza, ella me llevó a su casa... ella. Siempre había
sido ella la que manejaba toda la situación. Quizás sea eso lo que
más me gusta.
Bueno, para darme un poco de
ánimos, me aferré a la idea de que yo había puesto un granito de
arena. No en vano había pasado largas tardes montando guardia en
aquel tugurio, al que a Patricia le gusta acudir, hasta poder
encontrármela.
―Vaya,
el señorito está cómodo.
Su
voz se apoderó de mis sentidos y me devolvió a la realidad. La miré
asombrado. Si antes me parecía la mujer más atractiva del mundo,
ahora me resultaba radiante.
―Bueno
hago lo que puedo ―le contesté mientras hice el ademán de
acomodarme sobre su almohada.
―Pues
de eso nada, monada ―decretó mientras me lanzaba mis pantalones
vaqueros a la cara―. ¡Vístete que nos vamos! Tengo un hambre que
no veo ―ahora se había sentado a mi lado y con mucha suavidad me
ayudó a apartar la ropa de mi cara― Me apetece una buena
hamburguesa ―tras lo cual me besó. ¿Quién puede resistirse a
eso?
Me lo temía, estaba escrito, comida yankee, ¿casera o prefabricada?... Lo demás, ¿qué te puedo decir?, lo sabía... ¡¡¡mardito roedó!!!
ResponderEliminarES QUE EL SIROCO HACE LLEGAR LAS NOTICIAS ANTES DE TIEMPO. PERO PACIENCIA, QUE AÚN HAY MAS. MARDITO ROEDÓ
EliminarUmmmmpor fin temita aunque me quedé con las ganas de que entraras en detalles. A ver si para el próximo encuentro te luces.
ResponderEliminarCArmen
Tu lo que quieres es... ¡¡cotilla!! jajaja
EliminarOye oye oye, me perdí un capítulo o pasamos de la barra a la hamburguesa???!!!!Cuñi.
ResponderEliminarMe da que te perdiste un capítulo.
ResponderEliminarComo explicártelo iba a ser muy largo y demasiado complicado para ti, vamos a dejarlo, no te imaginas tú cuántas utilidades tiene ese chocolate, y si es con merengue, más... El tema de la marcha te lo has inventado tú roedó de la pradera... ¿...sabrás tú... chaval?
ResponderEliminar¡¡¡Que te líassssssss!!!!
EliminarPero....¿es que todavía no os habeís enterado el sexo masculino que somos nosotras la que elegimos el mango de la sartén?
ResponderEliminarAhora yo haría un cambio fuera la hamburguesa y que entre un plato de costillas, papas y piña... y luego el postre que lo ponga J.Gerardo jajajaj!
Besos canarios.
Nos vamos enterando, pero a tropezones. En cuanto al menú,: buena elección, pero no creo que vayan por ahí los tiros de esta pareja. ¡¡¡Ya veremos por dónde salen!!!
Eliminar¿Lo quiere con o sin nata...?
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