Hace
unos días andábamos de charla, risas y fiestas, en torno a una
cerveza, cuando el derrotero de la conversación nos llevó a
recordar a las distintas personas que, en calidad de alumnos o
alumnas en practicas o becarias, han pasado por nuestras manos.
De
manera irremediable, y salvando las distancias, tuvimos que recordar
a la becaria por excelencia, Monica Lewinsky. ¿Que ha sido de ella?
Alguien apuntó que había hecho un máster y que buscaba pasar
desapercibida.
Lo
cierto es que nos dio cierta bobería, y mucha risa, fantaseando con
las posibles situaciones en las que se puede ver envuelta.
¿Te
imaginas entregando el curriculum en una empresa?: ―Buenos
días, mi nombre es Mónica Lewinsky ―la risita del personal de
recepción sería contenida― y me gustaría concertar una cita con
la persona responsable del personal ―llegados
a este punto la noticia correría como la pólvora por todos los
departamentos―. ¡La Lewinsky quiere trabajar con nosotros! A lo
que alguno se ofrecería voluntario, claro. (¡Ups!)
En
una entrevista de selección de personal: —¡Ummm Señorita Lewinsky!,
¿Podría describir sus habilidades? (¡Ups!)
También
podría ser telefonista: —Buenos días, al habla Mónica Lewinsky.
¿Que puedo hacer por usted? (¡Ups!)
Sería
simpático ver una conversación entre el director de una
compañía y su esposa: ―Cariño,
¿Quién es la chica nueva del traje azul? ―preguntaría ella con
esa sonrisita que saben poner las mujeres y que significa ¡ya te
tengo!
―Una
tal ―Le entraría la tos― ¡cof, cof! Mónica ¡cof, cof!
Le¡cof!wins¡cof,cof! No sé qué más. (¡Ups!).
En
fin, a veces los momentos de asueto con las amigas terminan con estas
conversaciones y, en otras ocasiones... (¡Ups!) ¡cof, cof! mejor
que se lo pregunten a los Clinton.
Bueno la otra cara será todo lo que se habrá podido beneficiar por el camino, que no creo que haya sido poco!! Cuñi.
ResponderEliminarDa igual, podremos imaginarla en la tesitura que queramos, al final, ¡lo único!, es que no tenemos remedio... je je
ResponderEliminarCUÑI: ¡¡¡SEGUROOOOO!!!
ResponderEliminarJOSÉ GERARDO: Y espero que, por lo menos nosotros, sigamos sin tenerlo.