Y
al otro lado de la ventana, nada de nada, sólo el vacío. La luna
brillaba. Podía ver, con toda claridad, aquel precipicio.
Tenía un
fuerte dolor de cabeza. Estaba seguro de que había perdido el
conocimiento. Alguien me había drogado. Pero ¿cómo?
Me acerqué
ligeramente a la puerta de mi izquierda. Estaba bloqueada. Miré la
de la derecha, pero al intentar moverme el vehículo se balanceó.
¡Mejor estarme quieto!, el más mínimo cambio de peso me haría
caer. Intenté hacer memoria de lo ocurrido. ¿Cómo había llegado
hasta el asiento trasero de un taxi? ¿Dónde estaba el conductor?
Un
pájaro se posó encima del capó.
Demasiada juerga, por lo menos cogió un taxi!!! Cuñi
ResponderEliminarMucha peña loca..., el del taxi fue a buscar un cortao y un donuts, pacer tiempo... Una pregu... ¿te cobró la espera? je je
ResponderEliminarAhhhhhhhhhh, pobre pájaro, qué mal momento.
ResponderEliminarjajajja
CArmen
CUÑI: Ummmm visto así...
ResponderEliminarJOSE GERARDO: jajaja espero que no.
CARMEN: La verdad, menudo susto se llevaría.