Aquella
tarde, papá, regresó a la tumba entristecido. Al parecer, todo lo
que había ocurrido con sus acciones e inversiones, no tenía visos
de solución.
Por suerte siempre había sido un hombre precavido y no
había perdido el tiempo esperando. Durante días, y con mucha
paciencia, había cavado aquel maldito agujero para que lo
enterraran. Era una zona tranquila, con buenas vistas y alejado del
barullo. Era su forma de escapar de los problemas inmobiliarios.
La
decisión la tenía tomada, era un cabezota. Por fin tenía la
pistola y había escrito su despedida. Había llegado el momento de
asentar su última letra.
Al
aproximarse al hoyo, notó que la tierra de los bordes se había
desprendido y caído al interior. Con mucha extrañeza descubrió, en
el fondo y medio tapado, un sobre.
Al
sacarlo se sintió sorprendido por una carta del banco. Le embargaban
la sepultura por falta de pago.
Aquí no se escapa naada... Por cierto, feliz día del libro!!! Cuñi.
ResponderEliminarPrimero lo del libro y ahora esto, pshhhhhhhh, ¿qué quieres que te diga? Si es que no aprendes...
ResponderEliminarque triste...........
ResponderEliminarCUÑI: Es que HACIENDA, somos todos.
ResponderEliminarANÓNIMO: pero lo intento jajaja.
J: Entre otras cosas.