Y nada más existió hasta el próximo tren por lo que lo disfrutó todo lo que pudo. Se bebió, casi de un sorbo, su ansiada bebida, un vaso de leche caliente con Cola-cao. Asió su almohada, con la que viajaba a todas partes, y se recostó. Su tacto era suave y sedoso. Lo relajaba y más tras el incómodo ruido que había hecho aquel cercanías. Respiró a la par que cerraba los ojos. Por unos instantes creyó estar en otro lado. Pero el tiempo es efímero. Faltaba poco para el siguiente. Cerró sus puños y, desde que sintió el temblor bajo su cuerpo, supo que ya no había vuelta atrás. Murió arroyado.
Tela con el Cola-cao, hasta el final!!! Cuñi
ResponderEliminarPues ya sería buena la almohada, ya.
ResponderEliminarCArmen
que chungui acompañar a un delicioso colacao con ese final tan.....no encuentro palabras....necesito cuentos deb hadas y duendes q me hagan dormir dulcemente en es suave almohada. Mil besos
ResponderEliminarTierno, fino y suave... como las hojas de un cardo borriquero... ¿qué pasó con la almohada? ¿ehinnn?
ResponderEliminarCUÑI: Es que hay sabores que vienen desde la infancia y son difíciles de olvidar.
ResponderEliminarCARMEN: Me imagino...
TOÑA: Tiene que haber un poco de todo.
JGERARDO: jajaja, me temo que la almohada la palmó jajaja, creo.